Era uno de esos días donde el clima jugaba a ganador, yo iba
por unos puchos y algo de alcohol, era meritorio un trago, se acaba el año, y quizás
el mundo.
Caminando a la tienda, por donde se olía a nuevo año entre
tanto trago añejado y panetón. Quizás buscar un trago que valga la pena, no
todos son borrachos, no todos le entran al trago.
Entre todo ese tumulto que iban y venían, todos querían vinos,
chelas y uno que otro champagne barato. Yo solo quería un ron, un ron y nada
más, se acaba el año, quizás el mundo, que diablos, solo quería algo que
entumeciera por un rato mi mente.
Habiendo escogido un Bacardi Añejo, me disponía a pagar,
cuando no sé porque, y porque el destino es un pendejo y quizás un mal
parido, tuve la sorpresa de encontrarme con Elena.
Elena la chica de los blogs, los escritos, los poemas, los
dibujos y algunas menciones en privado, siempre iba con otro nombre, y ahora la
menciono así. Elena.
Me acerque a saludarla, fue esa sensación entre alegría e incomodidad,
decorada con unas gotas de tristeza, un par de miradas esquivas que delataban
un pasado inconcluso, todo iba para otro lado, no hubo largas charlas, no hubo
preguntas, solo un saludo. Todo fue tan rápido, yo estaba en shock y Elena ya
se tenía que ir. La despedí como a cualquier otra persona, me sentía helado,
caducado y a punto de expirar. Me quede callado.
Entre el punto y aparte, olvide desearle un Feliz año. Me quede
con una sensación de vacío. Termine de pagar, Salí casi volando de la tienda
intentando un imposible avistamiento. Ya nada es como antes, dije.
Solo me quedo un mal sabor de boca, un dolor al costado de
la fé, unas nauseas de palabras tragadas con sal.
Que se acabe el año o el mundo… lo que venga primero, bien servido con un buen trago.