viernes, 24 de julio de 2015

LOS CLIMAS DE XIMENA

A Ximena la conocí en tiempos monocromáticos, eran los 90’s y de lo poco o nada que se sabía era de tareas y el sagrado recreo donde con cincuenta céntimos podías comprar el mundo.

Tiempo después en el 2005 la volví a ver, era la misma de siempre, aunque como en alguna canción de Pedro Suarez Vertiz, ella “había desarrollado más de lo que pensé”. Era de sonrisa fácil, hasta ahora lo es, pero entre las espigas del momento era coincidencia estudiar en el mismo lugar, pero no del mismo bando, ella decidió las cuentas, algo que no le gustaba del todo, pero que el mercado laboral solicitaba, yo por mi lado iba a cometer otro error, por no encontrar más opciones.

Agosto del 2008, Universidad Federico Villareal, ahí tienen mucha información. Decidí por si fuera poco, aparte de varias llamadas de por medio “de mi parte” –Hacerle un regalo- fui por un anillo de plata con un pequeño pero llamativo zircón incrustado, ¿tenía idea de lo que hacía? –No, en ese momento no tenía idea de ni mierda. Pero era un bonito presente que daba acción a un claro ejemplo de – ME QUIERO CASAR CONTIGO- sí, me había ilusionado, tanto que podía haberme puesto un vestido blanco. Tiempo después, como ahora, me hubiera sentido el hombre más huevón del mundo. Pero no, en ese momento estaba empilado, iba por la medalla de oro y record olímpico. Recuerdo ese día, cenamos, le dije “Feliz Cumpleaños” le di ese anillo, se emocionó, se lo puso y yo no dije ni un carajo. Dude, sí. Dude, la expectativa era de fuegos artificiales, pero la realidad término sin ganar la medalla de aluminio, mudo, sin decir mi floro de galán conquistador de las tierras de Micronesia. 

Pasaron bodas, premiaciones y eventos, ella a mi lado o viceversa. Uno llevando la calma, ella odiándolos, uno queriendo algo sincero, ella haciendo la del torero – Olé-olé-olé- y la conchasumare. Recuerdo el tema del dilema, luego de una boda, claro, me di una escapadita, quizás era la situación, la falta de oxígeno o una simple excusa para salir del local por un cigarrillo, sí, un cigarrillo, de esos que necesito para calmarme, pensar y buscar refugio. Era de esperarse mi accionar ya que estaba en un lugar casi hostil, en una boda. Un par de pitadas, era como estar en la gloria, hasta que Ximena me pilla, se molesta, se empincha y se va. Yo la persigo y bueno, lo demás es historia conocida. Ella odia a los fumadores, lo sé, ella me odia a mí, y debe ser por eso que ella nunca podría estar conmigo, no tolera el humo del cigarro, lo odia, y eso hace que no quiera ni siquiera pensar en estar con un fumón, como ella me decía. Su reacción me dejaba en shock, que siempre que salía con ella era tanta la tensión que luego de despedirnos prendía un cigarrillo para relajarme.


Ximena, sí señores, casi indomable, incomprendida, podría decirse que loca, pero no. Como en algún momento dibuje unos personajes llamados “Nico y Tina” era el tiempo de la bajada, el invierno. Era lo monótono de solo hacer llamadas y no recibir ninguna, de hacer invitaciones y no recibir ninguna, del horror de los Martes de cine, de películas que daban “señales” de humo, pero no. Eran los últimos días, de fin de Temporada, Ximena había ganado, era imposible romper ese muro, ese Escudo AT, simplemente no le intereso para algo que solo sea nadar en su mar de Friendzone. Vivo casi psicoseado con cada mujer que conozco, que luego me dice AMIGO, es como la sombra de Ximena, son palabras punzocortantes, un pre infarto y del porque soy la persona más mala del mundo solo por ser un simple fumador. 


viernes, 23 de enero de 2015

ERA CUESTION DE TIEMPO

Era cuestión de tiempo, eso dije. No por las ganas de joder, ni tampoco por las ganas a que me jodan; pero era razonable ese todo que hacía a su vez de un momento grato. Tan grato, pero con ese sin sabor que era indudable, quizás cuestionando esa armonía, esa paz.



Su nombre era un asunto que  podía causar reuniones de estado y uno que otro golpe militar. Era de temer su mención, se tomaba cada letra con pinza y nervios de acero. De sonrisa fácil, cabellera alborotada, un lunar en un lugar destacado y con ese tatuaje que siempre insinúa un par más. Uno ya podía ir dudando si iba a ganar en esa batalla. El asunto era grave, tanto que ese silencio era razón de temer, la causa y efecto de su mal genio era la misma razón por la cual el Big Bang tuvo ese nombre. 

Su nombre, Ximena, Sofía, Rosa, eran tantos en mención, siempre con otro nombre, ya que en el paladar yacía con ese sabor entre vainilla y edulcorante barato o quizás esa mierda de stevia.


Se podía haber soportado un par de balas, pero no todo su arsenal. Era de esperarse tal carnicería, eran impactos mortales, coches bomba, era el todo por el todo, la copa del mundialito, los goles, los penales y la tarjeta roja; pero no, solo eran palabras que a veces hacen falta y que a veces hacen que uno se infarta, caiga y crea que vuelve a empezar con el paso 1, el paso glorioso, el comienzo y por lo tanto el camino de rosas y espinas.
 

Ir al paso 2 y toparse con las bestias que habitan su cuerpo, chocar y pelear, mantener la calma es para budistas de esquina, acá todo vale, pero el paso 2 es para golpearse los egos y entre mentadas de madre, uno se desnuda a la par con los fantasmas del pasado.


El paso 3 es indomable, sucio y hasta es una mentira del cual no hay marcha atrás, se cuenta el tiempo y el tiempo te cuenta una historia que jamás habías escrito, pero a la par estaba ahí, sin leer.  Lo lees y crees en lo asfixiante que se ha vuelto, que lo mejor no era nada, y la nada era una pantomima de fiesta infantil.


Dicen que el paso 4 es para sobrevivientes o zombies; pero lo cierto es que el paso 4 es para los incomprendidos, los que ya no se toman el tiempo, ni se fijan del calendario, todo está consumado, y con deudas a más, uno ya tiene un plan de escapatoria, con bomba nuclear y silla de ruedas para los malos ratos, una buena botella de alcohol para los imprevistos y una de champagne para las celebraciones. El paso 4 es rimbombante.


Dicen que volver al paso 1 y comenzar de nuevo es irse a la mierda. Volver a ese camino accidentado, olvidado por Ingenieros civiles. Uno piensa y dice, porque un par de malheridos quieren volver a ese campo minado, de pasos astillados, el mismo camino que da la bienvenida a moribundos gustosos de vivir por los mismo errores, sin saltarse un solo paso, conociendo a la perfección las laceraciones de anteriores naufragios.  Una vida de queloides matices, motivada por esa debilidad, que es el contar con ella.