jueves, 30 de mayo de 2013

REY DE ESPADAS

Un viernes sangriento de aquellos, en el bar de esquina donde el rock latía con fuerza y se mezclaba con el alcohol y el tabaco sin mentol.

Saliendo del trabajo con Ernesto un buen amigo, y como quien dice para remojar la garganta con un par de rubias bien helenas en el ya habitual Bar donde los 80’s parecen haberse detenido en el tiempo.

¡Mosaico! ¡Una chela bien helena para empezar, con su par de puchos para bajarla! le digo al brother.  Nos traen a la sagrada con sus respectivos para la ofrenda y empieza la conversa con algo de sazón.

Se conversa de todo, desde trabajo, proyectos personales, y algún documental de  Natgeo. Dejando lo mejor para el final, ya con 6 chelines a bordo y el cenicero medio lleno, se toca el tema de cajón, como dicen. ¿Cómo vas del anticucho?

Ernesto termina de tomar y prende un cigarrillo casi de inmediato y después de un par de pitadas me dice: Jodido; pero feliz. Razón para pedir un par de cervezas más.

Ernesto me cuenta con ese son cabizbajo, que solo un buen trago de cerveza puede aliviar, que tiene problemas con Mariela su enamorada, por culpa de Juliana, una chica de armas tomar, que en momentos tensos de su relación, Juliana era la que endulzo sus días amargos. A Mariela la conozco poco, solo en reuniones y un par de menciones nada más; pero a Juliana la conocen muchos, la chica de amores pasajeros, de amores de una noche, sin motivo a algo formal porque es pecado.

Pedimos un par más y el cenicero ya estaba lleno. El Gran Ernesto confesando que Juliana, la chica que estaba alegrando su relación, por así decirlo; Ahora le está cagando su relación. No entendí hasta ese momento lo grave del asunto. No lo entendí hasta que dijo que Juliana se había enamorado de él. Por poco y me trago el cigarrillo con esa noticia. Juliana la chica de los amores de una noche, se enamoró del famélico y flemático Ernesto. Solo pude decir: ¡Putamare huevón, eso no te lo cree nadie! ¡Si esa ona solo está por la huevada!  Ernesto me insistió, mientras le daba un par de pitadas más al cigarrillo. Qué Juliana le había confesado que se había enamorado de él y casi de inmediato  a Ernesto se le vino a la mente la imagen dictatorial de Mariela. Al toque Ernesto Pidió un par de chelas más. Esto recién comienza.

¡Tengo que acabar con toda esta mierda! Dijo Ernesto. Dando a conocer sus intenciones de no ceder a la insinuaciones de Juliana, la chica de una noche.  En la vida una iglesia de barreada va a ser la Catedral, afirmó. Pero si le digo que no, fácil esta cojuda se va con el chisme a Mariela y me recontra caga, dijo con amargura. Era claro que Ernesto ya no manejaba la situación, era claro que entre chela y chela, cigarrillo y cigarrillo se veía a un hombre confundido. Por huir de un problema buscando una solución, se chocó con el iceberg. Un susto y una corrida, para los entendidos, esta vez, fue más susto que corrida.

Dejo a Ernesto con sus ideas, ya son las dos de la mañana. Solo me queda algo claro. Ernesto ya se jodió, por el amor de una noche. Pero si es verdad que Juliana está enamorada, Ernesto, ni tonto ni cojudo va a dejar a Mariela por el amor de una noche. Así que se Jodió doblemente Juliana.


 Ahora entiendo a las Telenovelas de Televisa. Son tan cojudas, pero muy ciertas estas huevadas. 

viernes, 17 de mayo de 2013

The Fucktory


Era el último cigarrillo de la noche. El suelo estaba inundado de colillas, las cenizas eran parte del paisaje y otra vez hacía falta aire.

La nicotina se ha vuelto parte del momento, del día. Es el mañana, tarde y noche. El pan de cada día. La chispa que enciende la maquinaria.

Es de día. Aún queda el sabor del combustible. Una taza de café acompaña la mañana llena de inyectables. Se prende la antorcha y empieza la industria, de un todo gris y de persianas agrietadas.


En la tarde un vaso con agua, para pasar los malos ratos, todos muy amargos. Ver algo de esa basura colorida que ya no da gracia, mientras la casa se llena de ese manto fúnebre que mantiene el fogón encendido.

Ya es de noche. Unas copas de morfina para ignorar las balas. Sin rumbo sobre la ciudad de luces amarillas hepáticas. Se levanta una imperceptible sonrisa disfrazada como mueca. Otro día estancado en esa lluvia de cenizas.