viernes, 29 de julio de 2011

Hablemos de Sandra

Hablemos de Sandra, sin tapujos y con harta canchita. Empezando a decir que Sandrita no es novela gráfica, ni chibola de jardín, ni de barreada o esquina caleta y mucho menos del club de las “chicas bomberman”.

Sandrita camina a pasos ligeros. Es algo loca; pero pone en su lugar a los que se creen normales. Tiene el gran talento de crear ilusiones en los pasillos más desdichados y por no ser ella muy grosera, y muchos menos pepera. Sandrita Engrana llamadas por SMS sazonados.

Sandra es New York, porque lo tiene todo, y muy a su vez con esa modestia casi absoluta que la hace brillar más que cualquier reflector de luz de algún evento chusco de la zona.

Sandra vale más que un billete de 200 soles, y aunque no es ninguna Santa Rosa y creo yo, que no cumple milagros, ni deseos… es más que cualquier Genio de lámpara, porque es pura magia, es una maga, es como Markarian; pero obviamente con mucho pelo y mucho más joven.

Sandra es cultilerilla, y aunque no es ninguna Marco Aurelio Denegrí. Ella ya sabe algo más que tú y que yo. Y eso la hace más que interesante al momento de conversar.

Sandra no acepta floros, ni poetas de rincón, ni mandados atarantados que se creen galanes de telenovelas lorchas. Sandra no cae en rodeos, ni en juegos de palabras de alacranes charlatanes, que impresionan más con su aliento que con sus limitadas y reducidas palabras edulcoradas.

Sandrita… Sandrita. Es más que un nombre que yo escribiéndolo lo he gastado al punto que podría ser demandado; pero por el momento recibo demandas con gusto y acepto toda clase de sentencias con sonrisa Kolynos.

miércoles, 27 de julio de 2011

La chica del colectivo.

Era uno de esos días no muy usuales, ya que yo no salgo muy seguido de día y con tanto sol que jode allá afuera, uno preferiría andar metido entre sombras antes de ser quemado por el astro rey.

Sacando de lustres el día soleado, mientras mis gafas se oscurecían por cada paso que daba y todo se veía a Full color, se pronosticaba a ser un buen día y entre la tentativa de una propuesta prometedora de trabajo… ¡Al Carajo! ¡Hay que quemarse por los frejoles!

Lateando con las tavas guerreras, que por cierto son mis uniquillas y ya hay que darle tramite en un par de meses para dar una buena presencia y quitar las tillas de pastrulo de cocha. Bueno… subiendo al colectivo, entre tanta gente perdida que iba y venía, como la manada de hámster adiestrados que son… vi por ahí algo fuera de lo común entre esta sociedad ojerosa y de miradas caídas. La vi y sí. Vi sus rulitos, hermosa cabellera, toda aleonada, de mirada perdida y ojos café. Subió al colectivo y de inmediato ella entro en un trance casi perpetuo. Yo solo me limite a admirarla, entre su boca color cereza y sus ojos colombianos que ciertamente despiertan sensualidad. Entre su piel blanca y su negra cabellera, sus ojos perdidos en un acantilado de ideas destilaban más que ternura. Vestida muy liviana por lo acalorado del lugar… más allá de los detalles casi mágicas que llevaban, quizás a una bravura visual casi esplendida. Todo quedo sometido al momento nada más… ya que en un colectivo la gente sube y baja, y aunque uno quisiera viajar siempre con esa vista; esta vez me toco bajar primero.