miércoles, 27 de julio de 2011

La chica del colectivo.

Era uno de esos días no muy usuales, ya que yo no salgo muy seguido de día y con tanto sol que jode allá afuera, uno preferiría andar metido entre sombras antes de ser quemado por el astro rey.

Sacando de lustres el día soleado, mientras mis gafas se oscurecían por cada paso que daba y todo se veía a Full color, se pronosticaba a ser un buen día y entre la tentativa de una propuesta prometedora de trabajo… ¡Al Carajo! ¡Hay que quemarse por los frejoles!

Lateando con las tavas guerreras, que por cierto son mis uniquillas y ya hay que darle tramite en un par de meses para dar una buena presencia y quitar las tillas de pastrulo de cocha. Bueno… subiendo al colectivo, entre tanta gente perdida que iba y venía, como la manada de hámster adiestrados que son… vi por ahí algo fuera de lo común entre esta sociedad ojerosa y de miradas caídas. La vi y sí. Vi sus rulitos, hermosa cabellera, toda aleonada, de mirada perdida y ojos café. Subió al colectivo y de inmediato ella entro en un trance casi perpetuo. Yo solo me limite a admirarla, entre su boca color cereza y sus ojos colombianos que ciertamente despiertan sensualidad. Entre su piel blanca y su negra cabellera, sus ojos perdidos en un acantilado de ideas destilaban más que ternura. Vestida muy liviana por lo acalorado del lugar… más allá de los detalles casi mágicas que llevaban, quizás a una bravura visual casi esplendida. Todo quedo sometido al momento nada más… ya que en un colectivo la gente sube y baja, y aunque uno quisiera viajar siempre con esa vista; esta vez me toco bajar primero.

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