Hablemos de Sandra, sin tapujos y con harta canchita. Empezando a decir que Sandrita no es novela gráfica, ni chibola de jardín, ni de barreada o esquina caleta y mucho menos del club de las “chicas bomberman”.
Sandrita camina a pasos ligeros. Es algo loca; pero pone en su lugar a los que se creen normales. Tiene el gran talento de crear ilusiones en los pasillos más desdichados y por no ser ella muy grosera, y muchos menos pepera. Sandrita Engrana llamadas por SMS sazonados.
Sandra es New York, porque lo tiene todo, y muy a su vez con esa modestia casi absoluta que la hace brillar más que cualquier reflector de luz de algún evento chusco de la zona.
Sandra vale más que un billete de 200 soles, y aunque no es ninguna Santa Rosa y creo yo, que no cumple milagros, ni deseos… es más que cualquier Genio de lámpara, porque es pura magia, es una maga, es como Markarian; pero obviamente con mucho pelo y mucho más joven.
Sandra es cultilerilla, y aunque no es ninguna Marco Aurelio Denegrí. Ella ya sabe algo más que tú y que yo. Y eso la hace más que interesante al momento de conversar.
Sandra no acepta floros, ni poetas de rincón, ni mandados atarantados que se creen galanes de telenovelas lorchas. Sandra no cae en rodeos, ni en juegos de palabras de alacranes charlatanes, que impresionan más con su aliento que con sus limitadas y reducidas palabras edulcoradas.
Sandrita… Sandrita. Es más que un nombre que yo escribiéndolo lo he gastado al punto que podría ser demandado; pero por el momento recibo demandas con gusto y acepto toda clase de sentencias con sonrisa Kolynos.
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