Lunes otra vez, y otra vez el desquite; despertarse, buscar la chinela y ver los mensajes perdidos. Reina el desenfoque visual, es el sol y su comitiva, que vienen a deslumbrar más que un rostro desencajado, que con un poco de pintura y algo de agua no puedan arreglar; claro está, borrón y cuenta nueva y listo; un par de tragos de Listerine, algo de dolor para despertarse del todo bien o quién sabe.
Desayuno, algo de café y alquitrán, algo de oxígeno para variar, y claro, música para escapar de este lugar.
Prender la tele es un martirio, es un ida y vuelta nomas, ver al tipo de las corbatas festivas y lentes cuadrados, que entrevista como si estuviera en un café del centro.
Termina el show y es hora de inventarse un tema, un rol y un par de bromas que solo yo entiendo y creo yo, nadie más. Hacer el dibujo subliminal, que solo sé que es por matar el tiempo, ya que en el dibujo hago lo que en mis propias palabras no logro, una sonrisa a otros.
Llaman al celular, hay que subirse la serotonina para poder contestar, pensar en chocolate y hacerse el gracioso, el chabacano y callejonero. Tirando todas las “jeringas” y ponerse el término “yo sé”.
Enviar trabajillos por mail, recibir una paga infiel, desleal y desmerecida, ya que las cojudecitas no valen tanto como el canto de gorrión de algunos enfrascados al aire acondicionado y al tiki-tac tiki-tac rutinario.
Almuerzo ilusiones con una ensalada de soledad y un refresco heladito de tolerancia. La sagrada siesta, que en climas tan hostiles es demás decir que se sueñan pesadillas.
Cae el sol, despiertan los nocturnos, la mente liberada y alguna infusión con algo de droga barata. Salir del inframundo es ventajoso, uno sale con dosis de psicótico que se relame los labios en favor a la libertad.
Todos caen entre el dulce y toxico sabor de los humeantes, van y vienen como balas sin calibre, después del despojo de emociones, son sus cartuchos prueba de la batalla, entre breves ilusiones de placer que en cada pitada esconde un velo mortal.
Son las tres de la mañana y se cierra el kiosco, dejando de lado varias imperfectos, dormir un poco no es consuelo de un día impropio, más bien es un recreador de uno que otro Deja vu metiche, asociado a la falta de sueño, a los cocteles de pastillas y a algo paupérrimo en la almohada. Tengan un bien día.
Tienes un paisaje envidiable. Quéjate un poquito menos, "de vez en mes".
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