jueves, 17 de marzo de 2011

EL ARTE DE NO CORTARSE


Tomar esta clase de temas, me hace recordar que quiero ser lampiño, y que así no tendría que afeitarme tan seguido y solo tendría que quitarme un par de pelillos indefensos en vez de el muro de Berlín en mi rostro. Es un problema tremendo porque en ocasiones de besos mundanos, cuando uno anda peor que el pulpo Paul, con la ventosa succionando labios, siempre habrá un comentario lapidario que diga “tu barba me pica”.

Recuerdo a unos no tan celebres 15 años el hijo de puta de OBE, me pidió de una manera bien militar que me afeitara, que iba a causar desorden con mi bigotillo de Cantinflas. Y fue así como tuve que envalentonarme a usar esa cosa filuda, que mi padre usa con destreza sin igual. Debe quedar claro que ese primer día no paso nada de nada, solo fueron un par de filamentos, como pelusillas que volaron al toque, aunque un par de años mas tarde tuve que enfrentarme al castigo de la frondosa barba que se alzaba como los cedros en plena selva virgen. Ese trabajo, no era cosa fácil, con un Vikingo chusco que se atollaba como camión en charco, cuando pasaba por mi cara, había que tomar medidas extremas y una triple hoja era la solución exacta. Para mi mala suerte yo no era muy diestro que digamos (soy zurdo) y me destaje la cara como si fuera un carnicero pajero, al final conocí el dolor de la loción, que en esos tiempos era una verdadera mierda.

La batalla de afeitarse es no salir herido en combate, eso fue muy difícil, batallar y batallar y no llegar al derramamiento de sangre. Todo es violento y sangriento cuando no eres hábil en el arte de afeitarse, sobre todo cuando uno se ha volado parte de la cara y del labio. Especialmente el labio fue lo que me dolió más (como si fuera un besucón consumado).

Ahora con unos viejos 24 años, con pelo en el pecho, una sospecha de calvicie y una barba indomable, solo me queda recurrir al afeitador de 4 hojas y a la espuma de afeitar que hace todo más sencillo, es como untar un pan con mantequilla, así de fácil y sin cortes, ni sangrecita que chorree, así que todo es mas “Don´t worry be happy”, aunque siempre lo diré “Odio afeitarme”, eso de estar 5min o 8min en el baño, mirarse en el espejo 5min no es broma, eso sí que asusta. Por suerte no tengo un trabajo que me insiste buena presencia (igual no tengo trabajo). Tener las barbas a medio tono le da un toque más varonil a la apariencia; pero eso no significa que seas de YMCA, con un candadito, una chivita o un bigote a lo Freddie Mercury, de esas cosas ya van por moda, va desde una barba a lo Gendo Ikari para afinar la cara o un bigote tipo mostachón para ocultar la sobresaliente barbilla, eso sería más estético que mas da… al final uno queda como un cunchi, todos desbarbados MAL.

Yo siempre Tengo esa mala costumbre de afeitarme la cara y dejar el bigote al final, una vez salí así del baño porque me llamaban al celular y me vio mi sacrosanta madre, me dijo que me parecía a un tal Mario Infante (pensé que era Pablo Morsa), que creo que fue un galán mexicano de su época, por suerte ese bigote solo dura un minuto nomas, y después todo vuelve a ser potito de bebe, aunque al día siguiente ni te me acerques por soy pura lija y dos días más tarde puedes rayar queso y hacer chifles con mi cara.

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